Poner puertas al campo

Por el julio 16, 2012

La formación es una de las herramientas fundamentales que hacen diferentes a las empresas porque hacen diferentes a las personas que las forman, independientemente de la coyuntura económica más o menos boyante.

No hace tanto tiempo que se fumaba en los aviones, en los que entrabas con un frasco de litro de gel o champú. Te regalaban bolsas de plástico en los hipermercados y grandes almacenes para depositar el ellos la basura, que no me importaba si era reciclable o no. Con la excusa del “no tengo cobertura”, podía responder o no a los correos electrónicos, según te apeteciera. No hace tanto tiempo teníamos unas entidades financieras respetables y responsables….

Que sí, que sí, que los tiempos están cambiando. Que todo va a una velocidad alterada: lo que tendría que ir muy rápido va muy despacio y viceversa….Entonces, ¿cualquier tiempo pasado fue mejor?….

¡Ojo con la respuesta! Si esta es “sí”, ya puede ir dejando por ahí su blackberry o i-phone, inmediatamente disminuirá su esperanza de vida, no podrá leer ni este ni ningún blog porque no existirá internet…. Los tiempos están cambiando, y negarlo o ir en contra de ello, es querer poner puertas en el campo.

También están cambiando los tiempos en la formación. Ya no estamos en el “todo vale”, “vamos a dar un curso de algo para motivar al personal”, “al personal le gusta la formación porque se lo pasa bien”, “a ver cómo gastamos estos dineros de la FTFE”… ni tampoco estamos en aquel antiguo debate estéril de “gasto” o “inversión”.

Se comentó en algún post anterior: O la formación es estratégica, o no es nada y, más aún, en estos tiempos que nos toca vivir. La formación es una de las herramientas fundamentales que hacen diferentes a las empresas porque hacen diferentes a las personas que las forman, independientemente de la coyuntura económica más o menos boyante.

Si la empresa hace su esfuerzo y forma a sus empleados, de igual forma los empleados deben de hacer su parte de trabajo. Y aquí tampoco hay que poner puertas al campo.

Hace ya muchos años, corrí la maratón de Madrid y me entrenó una persona que es mi amigo desde entonces y de quien aprendí lo importante de desaprender. Su primera lección práctica fue enseñarme a respirar, y la segunda a correr, algo que había hecho ya, como es de suponer, muchísimas veces.

Entonces me enfrentaba a algo nuevo y desconocido (la maratón) igual que ahora nos enfrentamos a algo también nuevo y desconocido (la “crisis”). Entonces, y ahora, debemos de volver a desaprender y aprender, mientras seguimos esforzándonos.

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