Aprendiendo a volar solo

Por el mayo 30, 2013

Una de las experiencias más gratas que tengo cuando trabajo con personas viene dada por las sesiones de lo que se ha venido a llamar “Coaching” grupal. Aunque no es “Coaching” entendido en sentido estricto si presenta una serie de similitudes, en cuanto a que compartimos y trabajamos una serie de aspectos personales de forma colectiva.

Aunque se encuentra incluido dentro de un recorrido formativo más amplio no es formación entendida en sentido más tradicional, se aproxima más a esa idea de aprendizaje que ya he comentado en alguna ocasión. El hecho de salirse de las hechuras tradicionales de profesor-tema fijo-alumnos para pasar al de individuo-preocupación-inteligencia colectiva da una gran flexibilidad y facilita que salgan a la luz un gran número de temas, posturas, planteamientos… que muchas veces son simples detalles o frases sueltas en la formación más al uso y que en ocasiones pasan desapercibidas.

Durante esas sesiones aprende todo el que tenga interés en hacerlo. Desde el que expone la preocupación, a los que escuchan con la atención e intensidad adecuadas, y por supuesto -y diría que sobre todo- el facilitador.

En la sesión que tuve la suerte de facilitar la semana pasada, me contaron un cambio que me llamó tanto la atención que no puedo menos que compartirlo. Una iniciativa que me hace admirar más todavía a los responsables de primera línea, esos que se baten el cobre con los equipos.

La iniciativa

Uno de los asistentes al curso nos había comentado con anterioridad (al ser un proceso nos da la posibilidad de hablar sobre los temas durante un amplio periodo de tiempo) la necesidad de mejorar la comunicación en su equipo. Como dato anecdótico nos contaba que en una ocasión en la que había dado indicaciones sobre un tema en particular había perdido cerca del 80% de la información transmitida inicialmente.

El caso es que para mejorarlo una de las cosas que se preguntó es si era posible que parte de la responsabilidad en toda esa brecha en la comunicación era suya.

Así que con las mismas y armado de valor organizó una reunión sobre comunicación que comenzó con una iniciativa que dejó al grupo perplejo. Se plantó delante del mismo y les dijo algo que “Antes de empezar, me gustaría que me dierais feedback. Para eso os dejo una hoja en blanco en la que quiero que me escribais cuales son mis puntos fuertes, así como las áreas de mejora que tengo. Os doy diez minutos para hacerlo tranquilamente.”. Tras lo cual cogió la puerta y se fue de la sala, dejando allí a todo el mundo con el bolígrafo en la mano, una hoja en blanco y bastante alucinados.

A los diez minutos volvió, recogió las hojas (que no llevaban nombre) y las guardó para estudiarlas más tarde. Todo el mundo había contestado con dos excepciones, una de las cuales le dijo que prefería hablar las cosas cara a cara. De la otra no se sabe quien puede ser. Desde mi punto de vista no es tan importante saber quien, como el porqué (¿Quizá vergüenza? ¿Tal vez le pareció una tontería?¿No dijo nada por qué existe algún tipo de conflicto soterrado? ¿O simplemente por qué no sabe escribir?).

Aunque puentes y temas varios todavía no le habían dejado saber las reacciones que había generado la iniciativa a mi me dejó muy pensativo. Creo que hay que tener mucho valor para hacer lo que hizo esta persona, por que aunque está claro que a todos nos gustaría saber que opinan de nosotros, no todos tenemos el valor de afrontarlo, y a veces no lo hacemos de la mejor manera.

El caso es que con las contestaciones a las mismas, ha organizado un documento en el que ha incluido puntos fuertes, áreas de mejora y acciones a desarrollar para progresar en las segundas. Espero poder seguir en el tiempo esta iniciativa.

Mis reflexiones

La historia me encanta y me ha reafirmado en que:

  • Cualquiera de nosotros puede volar solo. Estar interesado en mejorar muchas veces es suficiente para comenzar a hacerlo. Cuando queremos cambiar de verdad y comenzamos a hacer cosas distintas, comienzan a ocurrir cosas a nuestro alrededor.
  • Los grupos, los equipos, las organizaciones han de crear los ambientes necesarios para que esto ocurra. Posiblemente no habría ocurrido nunca de haber estado en un foro en el que no existiera comunicación, confianza y respeto.
  • Necesitamos además abrir nuevos horizontes, ayudar a las personas a mirar en distintas direcciones, explorar nuevas ideas y descubrir que es posible hacer cosas nuevas. Posiblemente lo que le brindó el proceso de formación en el que estaba fue una nueva ventana por la que mirar -en este caso la ventana de Johari– que le hizo preguntarse como le veían realmente a él.

Aunque no puedo saber con exactitud que fue lo que le movió internamente, lo que si se seguro es que fue  decisión propia, un ejercicio de humildad y un salto al vacío que podía no haber dado. Un ejemplo para mi y para todos de como cuando queremos cambiar lo podemos hacer sin más ayuda que nuestra voluntad.

Por nuestra parte -empresas y profesionales del desarrollo y organizaciones- la responsabilidad esta clara: ayudar a crear estos ambientes de crecimiento, confianza y respeto, así como abrir nuevos horizontes para que todo aquel que se atreva a ello comience a volar sólo.

Javier Urbano Fernández Quintana 
Consultor Senior
@Javier_Urbano

 

 

 

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