Medidores de energía

Por el noviembre 29, 2010

La robotización ha dejado a muchos ingenieros controladores de métodos y tiempos en las listas del INEM. Brindo la idea de que alguien pueda inventar un “energímetro” capaz de medir la energía que utilizamos en el trabajo.

En los cursos sobre gestión del tiempo, después de analizar las actividades importantes y urgentes, aparecen un gran número de actividades de difícil medida que alguien debiera medir y analizar. Si nuestra capacidad de poner energía (vale, puede decirse también “motivación”) en el trabajo es de 100%, ¿utilizamos ese 100% en trabajar? Claro, la respuesta es “no”, porque también realizamos otras actividades sociales, nos relacionamos, nos reunimos, tomamos café, charlamos,.. Pero, aparte de estas actividades, ¿qué otras cosas hacemos?

Seguramente un porcentaje de esa energía para trabajar que nos devuelve en forma de nómina nuestra empresa, la utilizamos para fines tan poco “añadidores” de valor como:

Hablar mal del jefe / hacer la pelota al jefe:
Deportes nacionales que si tuvieran categoría olímpica, es muy probable que optásemos a alguna medalla.

Política:
Resulta patético, visto desde los ojos externos del consultor cuando visitamos alguna empresa, las complicadísimas redes de comunicación que se establecen para estar informado de según qué cosas pueden fortalecer o debilitar el estatus adquirido. Descubrir quién está en copias ocultas en el correo electrónico, quién se reúne con quién, con quién habla más, menos o nada el jefe, con quién me alío contra quién, dónde estará el compañero X, si cobrará primas de producción el compañero Z, con quién es bueno / malo que me vean tomar café, quién asiste a la videoconferencia con la Central, estar en el lugar adecuado en el momento adecuado …..

La obediencia ciega o el hacer por hacer:
Sin objetivos. Escudados en esa patética frase de “aquí no se te paga por pensar”, echamos por tierra esa laboriosa acción de millones de años de unir sinapsis de neuronas para poder construir el pensamiento, que es lo que nos diferencia de otras especies, y acabamos siendo robots esperando que el jefe nos toque la tecla adecuada para hacer algo que supuestamente sabemos hacer.

La continua “gestión por crisis”:
Es decir, el “lo quiero para ayer”, grave atentado a las leyes del tiempo, que son inexorables. Terminamos haciendo tal cantidad de cosas que se nos puede acabar olvidando el por qué y el para qué las hacemos, si estamos capacitados para hacerlas, a quien beneficiamos / perjudicamos haciéndolas, o qué beneficio conseguimos con ello. “Todos a producir”, “todos a reunirnos”, “todos a vender”,… ¿por qué nos dicen tan pocas veces “todos a pensar”?

Sí lo sé. La lista no es completa y es muy probable que quien esté leyendo este blog pueda añadir muchas más. Cuando la tengamos suficientemente completa, se la daremos a algún amigo ingeniero para ver qué parámetros son los claves en la construcción del “energímetro”.

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