Cada vez que se lanza una pregunta a un grupo de personas implicadas en la formación obtienes auténticas joyas a partir de las cuales puedes construir la teoría que subyace detrás.

Estrenarse como blogger en el de una empresa dedicada a la formación no es poca cosa, es algo más que un reto, da un poco de vértigo, porque ¿Qué puedo contar que no se haya contado ya sobre este tema? Un tema sobre el que todo el mundo tiene ya una opinión formada basada en su experiencia –como formador o como formando-. En fin, como diría un conocido mío, bonito enjuague. Pero para empezar, nada como comenzar a andar, y voy a hacerlo con algo muy básico y relativamente “liviano” basado en una experiencia reciente.

Hace pocos días tuve la enorme suerte de formar a un pequeño grupo de personas en el curso “Formar con talento”, dirigido a colectivos que dan formación ocasionalmente y que necesitan conocer esas técnicas que los formadores de profesión utilizamos como herramientas habitualmente. Un grupo estupendo, implicado desde el minuto cero y participativo.

En esta formación, entre otras cosas, una de las preguntas que se lanza a los asistentes es la de como entienden ellos el aprendizaje. Para ello lanzamos un montón de fotos sobre la mesa y cada uno de ellos recoge la que le parece más descriptiva sobre este concepto.

Ocurrió algo que me sigue fascinando cuando trabajo con un grupo que se encuentra implicado en la misma, y tiene que ver con el concepto de como funciona la inteligencia colectiva. Cada vez que se lanza una pregunta a un grupo de personas implicadas en la formación obtienes auténticas joyas a partir de las cuales puedes construir la teoría que subyace detrás.

En este caso en particular lo que los asistentes pusieron sobre la mesa fue que para ellos aprender era:

Detrás de estas respuestas estaban:

Su realidad: Cada uno de ellos había traído su bagaje formativo y vital al curso. El que estaba trabajando y estudiando había puesto el tesón y el esfuerzo sobre la mesa, el que tenía niños había elegido fotos con niños y hablaba de atreverse, ayudar, descubrir, el que tenía más experiencia como formador traía la idea de grupo, de práctica…

La intuición de que sólo con los conocimientos no basta. Inconscientemente eran conscientes de la importancia de las emociones y la confianza en la realización de la formación (¿Quién habló de emociones en la formación? ¿Divertirse? ¿Pero estamos hablando de la formación o de otra cosa?).

Y la teoría: Asomaban destellando las distintas estrategias de aprendizaje que tenemos los adultos: practicar, observar, investigar… (Uno de los estudiosos de la materia –Kolb– mantiene que los adultos aprenden a través de la experiencia concreta, de la conceptualización abstracta, de la experimentación activa o de la observación reflexiva). Sabían que aprender para los adultos no es sólo estudiar. Lejos quedaron los tiempos del colegio y del instituto. Entre todos crearon una piedra a la que simplemente fue necesario pulir y dar forma para convertir en un diamante.

Así cualquiera diría que es sencillo dar formación.

Y para ti ¿Qué significa aprender?

Javier Urbano Fernández